Las personas ni somos mejores ni peores unas respecto a otras; simplemente, somos distintas.
La sociedad que hoy en día conocemos se ha forjado a base de ciertos estereotipos que parecen marcar la diferencia entre las personas guays y los pringados. Sin embargo, esas ideas infundadas sobre la gente que hay a nuestro alrededor sólo existen en la mente de los verdaderamente pringados, ¿y quiénes son esos? Irónicamente, son los que se creen guays.
Ir por ahí de chulo, creyéndote mejor que nadie y queriendo liderar cada una de las situaciones que surgen ante tus ojos no te convierte en una persona guay. Ir por ahí lastimando a los demás, riéndote de sus desgracias, usando a la gente como un vaso de plástico de usar y tirar no te convierte en una persona guay, por mucho que lo pienses. Es más, ese tipo de personas queda muy lejos de ser alguien digno de admiración. Ese tipo de personas se convierte en basura.
Analizando al resto de la población según el criterio de los estereotipos, quedan los pringados. ¿Definición de este 'tipo' de personas? Gente especial que se aleja del individualismo de cualquiera que trate de cambiar su modo de ser, su personalidad, su encanto. Gente especial que es marginada por no querer ser guiada por la masa, sino que toma sus propias decisiones, pasando de las tonterías que puedan imponer los demás. Gente especial que, día tras días, se ve sofocada por cualquier tipo de sufrimiento proveniente de la otra clase de personas, que intentan alejarse lo más posible de esa sociedad por miedo a convertirse en basura como ellos. Gente especial que en ese intento por huir de todo lo demás, pierde lo más valioso para salir adelante: el autoestima.
¿Por qué la gente que no hace nada, que es justa y sensata, que tiene las ideas claras sobre lo que quiere y no se deja influir por las idioteces de los demás es la rechazada, cuando debería ser al revés?
En el mundo, no hay personas buenas ni malas, sino diferentes en cuanto a sentimientos, a sensaciones, a gustos y hobbies. Porque a alguien no comparta tus gustos, no quiere decir que los suyos vayan a ser mejor o peor, sino que son diferentes, y por ello nunca deberíamos rebajarnos, más bien lo contrario: estar orgullosos con lo que somos, pasando de la gente, de lo que los estereotipos sociales quieran marcar, porque nada de eso existe salvo en nuestra cabeza, y teniéndola bien amueblada no hay por qué sufrir cuando tonterías abtractas reboten en nuestra cabeza.